PADRE MANUEL GONZALEZ QUEVEDO. S.J.
https://www.youtube.com/watch?v=sdmwZN3o0HE&t=678s
José Gómez Cerda
Presidente de la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED)
El Padre Manuel González Quevedo fue un sacerdote jesuita, nacido en España, que realizó diversas actividades sociales y políticas en Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana, siendo este último país donde vivió durante 26 años. Formó dirigentes en diversas actividades, desde el Seminario, en la política y el sindicalismo, su objetivo era formar dirigentes cristianos para la sociedad.
Había nacido en Guarnizo (Santander, España) el 2 de abril de 1904, era el mayor de los cinco hijos de Manuel González Goristidi, maquinista naval, nativo de Astillero, y Presentación Quevedo Cortés, natural de Muslera de Guarnizo.
En 1916 ingresó en la Escuela de Comercio, y con sólo quince años, obtuvo el título de Perito Industrial, empezando a trabajar de delineante en los Talleres Corcho de Astillero (Santander).
Perteneció a los Círculos de Estudios de la Juventud de Acción Católica. Su vocación sacerdotal surgió en 1931, teniendo 27 años de edad. Ingreso en la Compañía de Jesús y así lo hizo el 12 de noviembre de 1932
Manuel González Quevedo fue un trabajador, ingeniero en metalurgia, que entró al Seminario cuando tenía 28 años, para formarse religiosamente para servir a la educación de jóvenes para que fueran líderes sociales a todos los niveles.
En 1936 se trasladó a Marneffe (Huccorgne, Bélgica), donde estudió dos años de Filosofía (1936-1938), y al terminarlos, enseñó Física en los colegios Guitiriz (Lugo), y Mondariz (Pontvedra) hasta 1940, e inicia los estudios de Teología en el Colegio Máximo de la Universidad de Comillas (Santander), recibiendo el sacerdocio el 30 de julio de 1943 en el templo del Sagrado Corazón, conocido como Santuario de la Gran Promesa (Valladolid).
El Padre Manuel González Quevedo llegó a la República Dominicana en 1943, para hacerse cargo del Seminario Menor, del Santo Cerro, La Vega, hasta 1948.También era Profesor de Ascética y Teología Pastoral, en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino.
En 1949 el Padre Quevedo inicia las Congregaciones Marianas, con seminaristas.
En 1953 el Padre Quevedo creó una cooperativa obrera juvenil en Santo Domingo, después funda la sociedad Altagraciana de Jesús Obrero, que buscaba el mejoramiento material, intelectual y espiritual de los trabajadores dominicanos. Explicaba el Padre Quevedo que el vicio y la ignorancia son los mayores enemigos de los trabajadores.
Fue Profesor y Director espiritual del Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, Asesor de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos, Asesor de la Juventud Obrera Cristiana-JOC, Profesor del Instituto Politécnico, en San Cristóbal, Orientador de universitarios de la Congregación Mariana.
En 1955 fundó la Sociedad Altagraciana de Jesús Obrero (SAJO),
En el ámbito religioso, fue el primer orientador o asesor que tuvo el futuro Instituto Secular Altagraciano (I.S.A.). Y él mismo decidió que su compañero José María Uranga, más a propósito que él, se hiciese cargo del proyecto, entre sus discípulas más destacadas estaban Alicia Guerra y la doctora Josefina Garrido, Estela Henríquez, Sarita Castaño y Gladys Jacobo.
Era en los años en que González Quevedo era profesor y director espiritual del Seminario Mayor, aún en los locales del antiguo Convento de Dominicos.
La estancia del P. González Quevedo en Puerto Rico (1955-1958) se justificaba ante todo por haber sido nombrado rector del Seminario Menor que los jesuitas dirigían en Aibonito. Aunque allí sólo permaneció un año (1955-1956),–probablemente fue removido del cargo por alguna deficiencia en el desempeño de ese oficio–, encargándole entonces durante tres años de las obras sociales diocesanas.
Su actividad febril, en un ambiente que le era connatural desde su juventud, no parecía tener descanso.
En menos de año y medio creó el Centro de Relaciones Obrero-Patronales (CROP), organizó con nueva orientación un grupo de la Juventud Estudiantil Católica (JEC), instaló el Centro Católico de Acción Social e incluso inauguró una casa de ejercicios para jóvenes obreros con el nombre de Casa de Retiro de Jesús Obrero (carretera de Río Piedras a Caguas), y para estrenarla dirigió el primer retiro de tres días (24-27 enero de 1958) a 17 jóvenes obreros, sobre todo de la zona metropolitana de San Juan.
Haciendo caso omiso de los informes que pudieron determinar su envío a Santo Domingo, — los obispos de San Juan y Ponce sólo tenían alabanzas a su trabajo serio–, terminado su compromiso en San Juan, y haciendo caso omiso de la situación política real, el superior de las Antillas barajó por segunda vez la posibilidad de enviarlo a La Habana, a dirigir el Centro de Información y Acción Social (CIAS) o a encargarse del apostolado rural en Cuba.
Sin embargo, el 3 de enero de 1959 ya estaba de regreso en la República Dominicana.
La Congregación Mariana Javier la dirigía en esos días el Padre Manuel González Quevedo, quien recibió orden de abandonar el país junto a cuatro jesuitas más. Como no se explicaba en qué consistía la razón de aquella expulsión, Quevedo y los demás se negaron a acatarla y no fueron hostigados por desobedecer. (José Luís Saez.La Sumisión Bien Pagada. La Iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo. 1930-61 Tomo I, página 68).
La confrontación de la Iglesia Católica con el régimen dictatorial de Trujillo tuvo mucho impacto en el Seminario Santo Tomás de Aquino, incluyendo al Padre Quevedo.
El 30 de mayo de 1960, el Secretario de Interior y Cultos, Rafael Paíno Pichardo, hizo comparecer al P. Mariano Tomé, superior de los jesuitas en el país, acompañado de los padres José María Uranga y Manuel González Quevedo y el escolar gallego Ángel LageForneiro, para comunicarles en nombre del gobierno, que debían salir lo antes posible del país. Ante la valiente protesta del superior jesuita ante Trujillo, de quien realmente emanaba todo, se dio marcha atrás al asunto.
El intento de deportación al Padre Quevedo indignó a los seminaristas y profesores de seminario.
A partir del 3 de enero de 1959, cuando se hizo cargo de la asesoría de la Congregación Universitaria Masculina, conocida entonces como Centro Universitario Javier. Ubicada en la Avenida Independencia número 44, servía a un tiempo de residencia para universitarios del interior del país.
El Padre Manuel González Quevedo, junto a un grupo de jóvenes de la Congregación Mariana Javier.
Siendo Profesor del Seminario Mayor, también hizo labor en el Centro Social de Matahambre, del que ya se había elaborado un censo (111 familias y un total de 1,050 almas), El Padre González Quevedo creó una escuela nocturna para obreros, una cooperativa (“Para luchar contra el vicio y la ignorancia, principales enemigos del pueblo trabajador”) y una escuela de economía doméstica, y un dispensario médico (1954).
Posteriormente, a través de su célula universitaria se ocupó también de la promoción de obras culturales como la puesta en escena de El Gran Teatro del Mundo, un auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca (2 junio 1956). La Sociedad había hecho su presentación en público con un espectáculo variado en el auditorio del Instituto de Señoritas Salomé Ureña el 25 de noviembre de 1955.
Cuando asumí la presidencia provisional de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) dominicana, me dijeron que el último asesor fue el Padre Manuel González Quevedo.
Siendo exiliado en Puerto Rico, por intermedio del Padre Salvador Freixedo, Asesor de la JOC en esa isla, pude conocer personalmente al Padre Quevedo. Desde entonces fue mi director espiritual.
El Padre Manuel González Quevedo, junto con un grupo de jóvenes trabajadoras y oficinistas de Santiago, entre ella Juanita Pichardo, que luego fue una dirigente sindical en la CASC.
Además de la dirección del ya citado Centro Universitario Javier (1959-1962), el P. González Quevedo repartió su vida entre el trabajo parroquial y la asesoría social directa.
El Padre Manuel González Quevedo, S.J. que había sido asesor de la JOC en tiempo de Trujillo, fue quién invitó a empleados de las farmacias «Normal», y «Caridad» para formar el primer sindicato que se afilió estatutariamente a la CASC, el 5 de febrero de 1962.
Ese día él había convocado alrededor de 40 empleados farmacéuticos para darles una conferencia. A petición de Doña Cucha Gómez, empleada de la Farmacia Caridad, que en una reunión anterior le había pedido que llevara algún libro sobre sindicalismo, él dijo; “Me han solicitado traer un libro sobre sindicalismo, y he traído un libro en persona, se trata de José Gómez Cerda, un antiguo Presidente de la JOC en Santo Domingo y de la JOC hispana de Nueva York, también él es uno de los fundadores de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos –CASC”.
Ahí mismo se constituyó el Sindicato Autónomo de la Industria Farmacéutica-SADIF, primer sindicato en afiliarse estatutariamente a la CASC, convirtiendo al Padre Manuel González Quevedo, como promotor del sindicalismo cristiano en la República Dominicana.
El 5 de marzo de 1962, la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), inauguró una oficina para la región Norte del país, situado a la Calle Eladio Victoria No. 26, la cual fue bendecida por el Padre Manuel González Quevedo, S.J. acto al cual asistieron decenas de dirigentes sindicales, y el Padre Porfirio Valdez, de la Diócesis de Santiago. También estuvieron presentes los sindicalistas Francisco José Bidó, Juanita Pichardo, Eladio Rigaud, Rafael Rodríguez, Mary Jerez, Julio Fermín y otros dirigentes sindicales de Santiago.
A petición del Obispo de Santiago, se dedicó a dar retiros y cursillos de capacitación social, residiendo en la Ave. Imbert número 71 y haciendo de capellán del colegio de las Hermanas Mercedarias.
Bajo la orientación del Padre Quevedo, coordinamos tres cursos para dirigentes sindicales de los Ingenios del Norte (Monte Llano, Amistad, Esperanza y Catarey), en el local de capacitación social. Esta actividad fue organizada por la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), bajo la dirección de José Gómez Cerda y el Padre Manuel González Quevedo, S.J. En cada curso participaron 25 dirigentes sindicales.
Cuando el Sindicato de Trabajadores de la empresa Pepsicola de Santiago, afiliados a la CASC, realizaron una huelga de solidaridad, cuando la empresa despidió a dos dirigentes del Sindicato, el Padre Quevedo estuvo junto a los huelguistas, los animó a continuar la lucha, así cuando la policía nacional lanzó varias bombas lacrimógenas contra los trabajadores, él estaba presente junto a los huelguistas.
Cuando se inició la huelga los trabajadores tomaron la empresa, el dueño de la Empresa, Horacio Álvarez, llamó la policía nacional, y desde Santo Domingo un contingente policía llegó a Santiago a desocupar a los huelguistas, quienes se habían colocado como escudo humano para impedir la salida de los camiones, encabezados por José Gómez Cerda y Francisco José Bidó, junto a los trabajadores estaba el Padre Quevedo, quién dijo que la solidaridad no es sólo para pronunciarla, sino para demostrarla.
En la Compañía Anónima Tabacalera se firmó el contrato de mayores proporciones, no sólo por la cantidad de viviendas que lograron los trabajadores, sino porque se logró la participación de los trabajadores en los beneficios de la empresa por un equivalente de 4 meses de salarios. Este dinero fue negociado para la elaboración de un PLAN EDUCATIVO PARA LOS HIJOS DE LOS TRABAJADORES, que se concretizó con la instalación del COLEGIO LA ESPERANZA, con un aporte de los trabajadores de sus beneficios y la empresa hizo una aportación de 40,000 pesos. Además se logró un seguro colectivo para los trabajadores y sus familiares.
EL COLEGIO LA ESPERANZA fue una idea del Padre Manuel González Quevedo y del sindicalista José Gómez Cerda. Para que los hijos de los trabajadores tuvieran las mismas oportunidades que las otras clases sociales en materia de educación escolar.
En la primera reunión para crear el Colegio para los hijos de los trabajadores la Asamblea rechazó la proposición. Luego el Padre Quevedo, José Gómez Cerda, y varios de la junta directiva del Sindicato de Trabajadores de la Tabacalera, visitaron a los miembros del sindicato que vivían en el Barrio de la Tabacalera, en el Barrio La Joya, y en El Ejido, donde residían la mayoría de los trabajadores afiliados al sindicato; en la segunda asamblea fue aprobada la moción de destinar un mes de salario, para la creación de un Colegio para los hijos de los trabajadores. La idea del Padre Quevedo se convirtió en realidad.
La Comisión para la creación del Colegio escogió a Doña Flor de Valentín, como directora y un equipo de profesores, encabezados por Liliana Pichardo, también se incluyó a Quira, ex empleada de laPepsicola, que había perdido su trabajo por la huelga que se había realizado en esa empresa, donde participó el Padre Quevedo.
En el principio el Colegio era controlado y dirigido por el Sindicato, con la entusiasta cooperación del Sr. Diógenes Silva, y el Chino Almonte, en representación de la empresa.
En una asamblea del Sindicato de Trabajadores de la Tabacalera aprobaron que el autobús que buscaba a los trabajadores desde su casa al trabajo y viceversa, ese transporte fuera para llevar a los hijos de los trabajadores de sus casa al Colegio La Esperanza, y viceversa.
A petición de Monseñor Juan Félix Pepén, el Padre Quevedo trabajó durante unos diez meses en una zona de La Romana (1964-1965),
Siguieron dos años de coadjutor en la Parroquia del Rosario de Dajabón (1965-1967), otros dos en el Instituto Politécnico Loyola de San Cristóbal, , enseñando Sociología y atendiendo también a la Escuela Normal Américo Lugo (1967-1969), y como sustituto del párroco, en el Santo Cerro.
Desde la residencia del Santo Cerro, Manuel González Quevedo atendía sobre todo las comunidades rurales de La Lima y Burende, donde estaba casi terminando la nueva capilla. Y allí precisamente tuvo su escenario la última escena de su presencia entre nosotros.
Para Monseñor Francisco José Arnaíz, Manuel González Quevedo “fue un adelantado de los reclamos justicieros, aun en vida del tirano. Sentía hondo la injusticia social y tenía un don especial para encender en el corazón ajeno el ardor por la justicia social y la pasión por las reivindicaciones de la clase obrera”.
Monseñor Jesús María De Jesús Moya, Obispo Emérito de San Francisco de Macorís, dijo; “Durante once años de formación en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino, una persona que me marcó fue el Padre Manuel González Quevedo, quien era el Director Espiritual del seminario y tenía una gran preocupación social por los pobres”.
Así también pensaban mis compañeros de estudios Nicolás de Jesús López Rodríguez, Vinicio Disla, Ramón Benito de la Rosa y Carpio, Toribio Hirujo, entre otros.
El Obispo Emérito de Santiago, Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, ha dicho que cuando era seminarista, en los últimos años de la dictadura de Trujillo, el Seminario Santo Tomás de Aquino, era un centro político, y la Iglesia envió al Padre Manuel González Quevedo, para encausar aquellos seminaristas que tenían vocaciones políticas, de ahí salieron un grupo de seminaristas, y otros que después salieron del Seminario, y se dedicaron a las actividades políticas; porque él tenía la vocación de formar líderes sociales y políticos.
El Padre Manuel González Quevedo fue gran formador de sacerdotes y apasionado por la justicia social.
En 1988 el padre José Luis Sáez publicó su libro titulado LOS JESUITAS EN LA REPÚBLICA DOMINICANA. I TOMO, dedicó esa obra al PADRE Manuel González Quevedo.
Cuando escribí mi última novela, en 2017, titulada ¡UNIDOS EN LA LUCHA!, uno de los personajes principales se llama PADRE MANUEL GONZALEZ QUEVEDO, lo llevo a tiempos presentes, quiero que los lectores al menos conozcan su nombre, y ojalá se interesen en conocerlo, que seguramente le agradará conocer este personaje maravilloso.
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